Es una campaña de sensibilización del FÓRUM con la colaboración de las administraciones (Gobierno de Aragón, Departamento de Sanidad, Ayuntamiento de Zaragoza, y Escuela de Salud), que pretende involucrar a toda la sociedad en este objetivo. La implicación de estas administraciones en diferentes facetas de esta campaña, realizando intervenciones múltiples, coordinadas y sostenidas en el tiempo, es un paso para eliminar el estereotipo negativo de la persona con enfermedad mental.
La lucha contra el estigma se vislumbra como uno de los factores clave de los planes de salud mental en los próximos años. El Libro Verde sobre la Salud Mental de la Unión Europea (2005) ya situaba entre sus cuatro objetivos principales el fomentar la integración de las personas con enfermedad mental, garantizando sus derechos y dignidad, y señala la estigmatización como el factor clave en este punto.
En estos años, a pesar de los avances en los derechos humanos, un análisis de los comportamientos sociales hacia este colectivo indica que todavía persisten en nuestra sociedad las actitudes discriminatorias. Actitudes, fruto de estereotipos y prejuicios, que estigmatizan y son una barrera para el ejercicio de sus derechos y su integración social, que añaden sufrimientos no atribuibles a la enfermedad.
Como se ha expuesto en la tramitación del nuevo plan de salud mental para Aragón, en cuanto a prioridades, no hay duda de que la discriminación debe ser el primer objetivo de actuación, no so´lo porque constituye la forma más directa del daño infligido a los que padecen una enfermedad mental, sino también porque reducir la discriminación ayuda a su vez a disminuir la estigmatización y el consiguiente prejuicio, de ahí la importancia de esta campaña con implicación de diferentes administraciones.
La erradicación del estigma requiere acciones que se extiendan en el tiempo, no podemos pretender cambiar con una campaña lo que se ha ido forjando a través de muchos años. El cambio, como todos los que se han ido sucediendo en la historia, se producirá progresivamente. No podemos, por tanto, esperar cambios radicales y si´ dedicar mucho esfuerzo (no siempre recompensado) para ir, entre todos, avanzando en este difícil camino hacia la normalización de las personas con problemas mentales, teniendo siempre claro que de poco servirán los esfuerzos terapéuticos y rehabilitadores si la comunidad no desea que se integren.